Fragmento del texto para catálogo de exposición
De Tacons «Die Blaue Reiterin»
El arte de Ana Luisa se ha vertido a lo largo de su vida, desde la música que la llevó a Suiza, en pintura, escultura del bronce y ahora, la piedra domesticada en el escaso tiempo de las pocas horas que dura el estado fresco modelable antes de volverse inmodelable con la mano por causa de la dureza adquirida. Piedra endurecida, efecto conseguido. No hay cabida aquí para posterior intervención con cincel.
Ana Luisa toma de la vida la figura femenina como el músico elige sonemas y los escribe en el pentagrama. Hace arte haciendo figuras imaginadas, en posturas imaginadas, imaginadas sin boca, imaginadas en azul, imaginadas con zapatos de tacón. Imagina el deleite de la serenidad en las posturas de estas azulinas. Imagina una melodía desde la serenidad de su taller, en el que capta del aire serenos sones que materializa en piedra teñida de azul.
Ana Luisa no reproduce. Recrea. Y lo hace con la maestría de una vida plena en curiosidad sin permitir que la vida se apodere de su fantasía y la reduzca a verosímil realidad.
Paridas sus serenas azulinas, Ana Luisa volverá al piano para buscar en sus teclas melodías que lanzar al aire de su luminoso taller, en frases libres de convencionalismos, atrapando con sus amorosas manos auellas que constituirán su próximo sueño, llevando esos huecos robados al aire a la superficie de un lienzo o a la masa de un material pétreo, metálico, leñoso o sintético con que modelarlo. Ya lo veremos.
Carlos Guigou
Doctor en arquitectura y profesor en la universidad de las Palmas de GC